
El nombre de la ciudad dio la vuelta al planeta cuando, en 1709, John María Farina, se lo puso a su agua perfumada. Así nació el agua de Colonia. Entre los ilustres personajes que pagaban una fortuna por el sofisticado producto, estaba Napoleón Bonaparte, quien se hizo diseñar unas botas de montar especiales para portar su fragancia favorita. La vieja casa del perfumista, regentada ahora por Tina Farina, esposa de un descendiente directo, es hoy museo y tienda. En ella se conservan viejos alambiques y una curiosa colección de frascos de colonia.
El museo está en la C/Obenmarspforten, 21 y como curiosidad, se puede adquirir una réplica del frasco que llevaba Napoleón en su bota.
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